Crónica Ironcat 2017

Crónica Ironcat 2017


Dejando de lado el capítulo personal de como fui a parar al Ironcat 2017, quería compartir con vosotros una pequeña crónica personal de lo que he vivido participando en este magnífico triatlón de larga distancia (dist. Ironman) en el cual me inscribí en el mes de diciembre, poco después de terminar mi primer IM el 24 de septiembre pasado en Mallorca. Me propuse un doble objetivo para el Ironcat: participar en el Campeonato de Cataluña de Larga Distancia 2017 (CNC LD 2017) y terminarlo en menos de 10 horas. Para este doble objetivo ambicioso contaba con la ayuda de Ivet Farriols, que a parte de ser compañera de club y mi pareja, durante estos meses de preparación se ha convertido también en mi entrenadora. Desde el primer momento ella aceptó entrenarme e incluso se adueñó del reto doble; le hacía especial ilusión que yo fuera su primer pupilo que bajara de las 10 horas en un triatlón LD. Aprovecho para dejaros una entrada en su web de carácter más técnico donde analizamos el entrenamiento específico que he seguido durante las 20 semanas previas al Ironcat, para quién le gusten los números.

El día D

Es 20 de mayo y ha llegado el día para el cual me estado preparando estos últimos 5 meses. Nos levantamos a las 4.45 de la madrugada y cosa extraña en mí en los días de carrera, he pasado una noche tranquila. Lo primero que hago es sacara la cabeza por la ventana del hotel de la Ampolla. No se mueve ni una bandera de los barcos amarrados en el Port Marítim. No sopla el viento. ¡Bien! Durante toda la semana, Widguru había pronosticado vientos de 20-30 km/h con rachas de 45-50… No se mueve nada.

Empieza el procedimiento: desayuno de carrera, chip, pulsómetro, trimono, zapatillas, bidón de geles, torpedo lleno de isotónico, barritas pegadas, hincho las ruedas, cera en la cadena, repasar todo el material, DNI y, ¡para boxes! Estoy raramente relajado, son las 6 de la mañana, entro en boxes y de momento hay poca gente, preparo todo el material de las transiciones, repaso mentalmente los movimientos que haré en cada una y salgo del box donde ya me espera Ivet. El box es un hormiguero de triatletas nerviosos y yo ya estoy fuera con todo hecho. Nos encontramos a Javi, compañero de la Unió Ciclista Sant Cugat, con su mujer, la Nerea y mis padres; con todos, nos tomamos un te en el único bar abierto del Port Marítim.

Me pongo el neopreno con tiempo suficiente y nos vamos para la Platja de l’Arquitecte. No dejan acceder a los familiares y amigos así que ha llegado la hora de despedirse. Lo hago primero de mis padres y finalmente de Ivet, quien me acaba de ajustar el neopreno. Ella ha sido quien me ha entrenado, quien me ha recomendado en todo y quien ha hecho que durante estas veinte semanas de entrenamiento todo fuera rodado y lo tuviera preparado; su experiencia ha sido determinante. Le doy un abrazo largo, un beso y un “moltes gràcies per tot” (muchas gracias por todo) que no expresaba toda la gratitud que le debía. Bajo las escaleras, miro la playa, 226 triatletas esperando y ahora sí, empiezan los nervios. Me pongo el gorro, las gafas, me meto al agua, compruebo el chip y el reloj, me pongo en la segunda fila al lado de Quique, compañero de entrenamientos, nos deseamos suerte, miro atrás, nos cruzamos la mirada con Ivet y oigo que desde organización dicen: “¡queda un minuto!”. Máxima concentración, respiración profunda, nos animan con aplausos, nos cruzamos la mirada de nuevo, cierro los ojos y ¡MEEEEEEEEC!!!“.

NATACIÓN (3800m en 55’44’’ – 1’28’’/100)

Nunca había salido tan rápido hacia el agua… O lo hago o me atropellan. Corremos 10 metros y de sopetón me veo en el agua nadando revolucionadísimo y rodeado de neoprenos rellenos de carne. Pasan 200 metros y tengo uno de estos neoprenos a cada lado y también voy a pies de tres o cuatro más, situación ideal y todavía no he recibido ningún guantazo. Segunda boya, giramos hacia la derecha y se empieza a estirar el grupo, intento no dejar los pies de delante y sigo mirando hacia la siguiente boya para no desviarme de la línea más recta posible. Levanto la cabeza y veo la barca de la organización a pocos metros de mí… ¿Como? ¿Voy de los primeros?

Sigo nadando a ritmo alto y con el objetivo de no despegarme de los pies que tengo delante; segunda boya y sigue todo igual. Con menos adrenalina ya pero todavía a ritmo alto, sigo a pies y me encuentro cómodo. Empieza la segunda vuelta de las 3 previstas y en cuanto giramos, a la primera boya que repito, el grupito de delante pega un estirón fuerte y se me escapan unos metros, los suficientes como para notar más resistencia con el agua. Aprieto fuerte, los vuelvo a coger y veo que es Quique con otro participante (¡luego supe que era Sergi Bermejo!). Los que acabarían tercero y cuarto del CNC LD 2017 unas horas más tarde. Se relajan un poco y seguimos al ritmo anterior pero en la tercera vuelta, en el mismo lugar de antes, repiten: estirón y a perseguirlos. No me puedo quedar tirado aquí sin pies porque además, ¡no tengo nadie detrás! Vuelvo a cogerlos. Termina la tercera vuelta y empezamos la aproximación al puerto para salir hacia la T1. Quique y Sergi vuelven a apretar pero esta vez no me cogen de sorpresa y los sigo. Estamos llegando al final y empiezo a escuchar los primeros aplausos, entre ellos, un grito de mi padre que me dice: “¡Muy bien Uri, vas el 7º (de la general)!”. Séptimo… flipa. ¡Mil agradecimientos a los DiR Swimmers! ¡Va por vosotros! 😉 Tiro de la cremallera del neopreno, me quito el gorro y las gafas y corro hacia la bicicleta.

CICLISMO (180 km en 5h 05’ 28’’ – 35,36km/h)

Hago una T1 muy mejorable (1′ 55”) mientras Ivet me intenta relajar porque no me puedo quitar el puñetero neopreno. Salgo del box, salto encima la bici y empieza la fiesta. Acordamos con Ivet que haría la 1ª y la 6ª vuelta un poco más suaves que las 2ª, 3ª, 4ª y 5ª que serían a la misma potencia, así podría conservar un poco de piernas para el maratón. Dicho y hecho. Durante la 1ª vuelta se me llenaron los pulmones de orgullo cuando Albert Jiménez me adelantó (terminaría el 1º del CNC LD 2017) y por Joan Tomàs (2º) entre otros trenes de mercancías sobre ruedas. Un placer, señores…

El viento empieza a soplar pero no mucho. Ingiero los primeros HC en forma de barrita (ladrillo, más bien) y clavo los vatios (W) que buscábamos en la primera vuelta. ¡Bien! En la zona de avituallamiento personal, Ivet me da el bidón con la mezcla prevista y empiezo la 2ª vuelta. Mis padres me animan, también Nerea y Jordi que salió del camping para pasear a Enzo, y salgo de l’Ampolla dirección Camarles. Saliendo de l’Ampolla percibo como el viento sopla un poco más fuerte de cara. Barrita, hidratación, geles, saludo a Javi enmedio del recorrido, clavo de nuevo los vatios, 30 km, oigo ánimos de amigos, familia y compañeros de la Unió (¡visita sorpresa de Paco! ¡Nunca fallas!) y una vuelta más. Así van pasando las vueltas hasta llegar a la sexta. ¡Ay la sexta vuelta! ¡No había forma humana de dar W! Acabé haciendo 7w menos de los previstos pero aun así, en todo el sector de bicicleta terminé dando un IF de 0.74 y un VI de 1.00. Creo que no se puede pedir más en mi primer LD serio.

Llego a la rotonda la cual había dado media vuelta en las 5 últimas veces y me entra un “¡Ay!” en el estómago cuando la paso de largo para volver al box a hacer la T2. Me quito las zapatillas en marcha y pedaleo encima de ellas. Veo la juez marcándome la zona de frenada, aprieto las manetas de freno, paso por encima la pierna derecha del sillín, la apoyo al pedal izquierdo, pie derecho al suelo, pie izquierdo al suelo y con la inercia: ¡vamos para dentro!

CARRERA A PIE (42,197 km en 3h 47’ 06’’ – 5’24’’/km)

Hago una T2 poco mejorable (48”), el más rápido de toda la competición, y salgo a por los 42 km del ala. Tengo 3h 58′ para terminar el maratón, o sea, que el tiempo que tardé en Mallorca, la única experiencia que tengo en un maratón de IM, NO me sirve para terminar en sub10. Ivet me lo recuerda y empieza el delirio. Me dejo algún musculo en la T2 y solo salir, se me contracturan los cuádriceps, igual que en Mallorca. ¡Mierda! No puedo correr y me agacho hasta 3 veces para estirarlos. No puedo ni andar. Pierdo 2′ en los 2 primeros km para estirarlos y relajarlos y finalmente puedo empezar a correr con mucho dolor en vasto interno de los dos cuádriceps que, sin que vuelvan a contracturarse, me duelen hasta meta. Con el dolor encima, hago los siguientes 17 km a un ritmo bastante aceptable, no obstante, tengo que parar un par de veces más para volver a relajar los cuádriceps.

Sopla el viento. Sopla en contra cuando corro hacia el sur a buscar la pulsera al final del paseo, pasada la pista de tierra. Cierro el km 19 con una media de 4,57/km que me llevaría a terminar en menos de 3h 30′ y que seria terminar alrededor de las 9h 30′. Es el ritmo de carrera a pie que habíamos previsto, pero la cosa se está poniendo fea y visualizo una petada en breve. Efectivamente: peto y entre el km 20 y 30 me paso 1h avanzando como puedo a un ritmo medio horrible de 5′ 45”/km; los cuádriceps y los gemelos contracturados e incluso el flato me lo hacen ver todo bastante peludo. ¡Estoy sufriendo mucho! ¡Los km 24, 25 y 26 son una tortura que hago a más de 6′ el km! Por ahora llevo un ritmo medio de 5′ 20”/km y me voy animando pensando que si consigo hacer el resto de km por debajo de 5′ 30”/km, el sub10 será mío… Pero me cuesta mucho mantener el ritmo por debajo. Del 26 al 37, entre la 4ª y la 5ª vuelta, los hago en un ritmo de 5′ 37”/km, cosa que me deja el ritmo medio del maratón en 5′ 23”/km. Sigo estando dentro del sub10 pero no estoy del todo convencido que pueda aguantar así.

“¡Esta es la peor vuelta del maratón, la última la harás sin darte cuenta! ¡Venga que tú puedes!” me grita Ivet cuando empiezo la 5ª vuelta (km 29)… Bffff… Busco corredores que vayan a un ritmo parecido al mio para ponerme a su rebufo cuando el viento sopla en contra, no encuentro ninguno pero consigo aprovecharme de alguno que me adelanta. Llego al final del eterno paseo marítimo, cojo la 5ª pulsera blanca y giro con el viento a favor. Esta es la última pulsera blanca, pero todavía me quedan 12 km. Termino los siguientes 7 como puedo, con una parte de la cabeza calculando y con la otra intentando superar el dolor de cuádriceps, el ritmo es horrible pero todavía estoy dentro. Me encuentro de frente a mi padre al final del espigón y me dice que ya no lo veré más, que me espera en meta. ¡En meta, dice! Intento apretar pero no puedo. Voy de nuevo donde las pulseras, esta vez para recoger la negra, ¡la última! Hago 3,5kms con el viento en contra hasta que me la ponen en la muñeca derecha. Media vuelta y, ¡encaro los últimos 5 km! Media hasta el momento de 5′ 24”/km, viento de cola, “solo” tengo que aguantar por debajo de 5′ 30” y, ¡ya lo tendré! Me encuentro por última vez a Ivet y me dice que “ya no queda nada, ¡menos de 4 km y nos vemos en meta!” ¡En meta, dice!

Aprieto un poco y, ahora sí, responden las piernas y el corazón. Consigo volver al ritmo de 5′ 20” – 5′ 25”/km pero a 3kms del final me adelanta un tal Méndez. No tengo energía para perseguirlo y se va; llego al espigón, media vuelta, viento de cara, aprieto más: solo quedan 1,5 km. Termino de correr el espigón y encaro el último km hacia meta. Me encuentro a Méndez, andando, ha petado. Lo adelanto, veo el reloj que marca 9 horas y pico, quedan 500 metro, sonrío (por fin), alfombra azul, veo el arco de llegada, beso largamente la pulsera negra que llevo en la muñeca izquierda (la última que dieron a Ivet en Ironcat 2016 donde también cumplió su objetivo), señalo al infinito con el índice buscándola a ella, atravieso el arco, pita el chip, 9h 48′ 18”, dejo de correr y cierro el círculo. Me paro, piel de gallina, me agacho 10 segundos con las manos en las rodillas, vuelvo a sonreír, giro la cabeza, la miro, voy para allá y la abrazo… No sé cuanto rato, pero mucho, no sé cuantas veces pero muchas, le digo: “va per tu” (va por ti). Abro los ojos y veo a mis padres y a Jordi y Sílvia. Emoción. Agotamiento. Mareo. Satisfacción. Orgullo. Me ponen la medalla, me dan la camiseta de finisher y me quitan de la zona de llegada. 18º de la general y el 10º del CNC LD 2017. Inimaginable.

Algunas reflexiones personales

Seré breve, no quiero aburrir más: me ha salido una carrera casi perfecta para ser mi 2º LD (en 8 meses). Creo que es difícil mejorarlo dadas estas circunstancias pero siempre hay cosas con las que fijarse para motivarse para nuevos propósitos:

  • Mejorar el sector de natación será difícil pero es posible y me encantaría hacerlo.
  • La T1 es MUY mejorable: se tiene que cambiar algo de material y practicarla más.
  • El sector de bicicleta, a pesar de ser un buen tiempo, hay 5 minutitos para bajar de las 5 horas que piden ser batidos. Y si es un poco más, mejor.
  • La T2 creo que no se puede mejorar. Intentaré que siga así.
  • La carrera a pie, a pesar de haberla entrenado bastante, es como la T1: MUY mejorable. Es el sector de donde más tiempo puedo arañar y todavía más si corrijo los problemas musculares derivados de la bicicleta. Investigaremos.

Todavía quedan algunas competiciones más de media distancia (half IM) que servirán para seguir cogiendo experiencia y realizar las adaptaciones necesarias que me permitirán mejorar en los aspectos mencionados previamente. Mientras tanto, seguiremos disfrutando del triatlón y de este hito personal, ¡que bien que me lo merezco!

No me gustaría cerrar el escrito sin antes agradecer a Silvia, Jordi, Enzo, Paco, mis padres y por supuesto a Ivet que se acercaron a l’Ampolla a apoyarme el día de la prueba; agradecer hasta el infinito a todos los compañeros de la Unió Ciclista Sant Cugat (y en especial a Javi) para animarme desde la distancia y también a todos aquellos con quien he podido compartir un solo minuto de entrenamiento durante estos últimos meses; no solo porque me han ayudado a mejorar mi tiempo, sino porque ellos son mi mundo del triatlón, deporte y estilo de vida que me realiza como persona y me hace feliz. ¡GRACIAS por TODO!

Crónica de Ironcat 2018

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